sábado, 25 de mayo de 2019

ÉS UN PERILL PER LA NOVA ESQUERRA TOLERANT QUE BARCELONA SIGUI CAPITAL ?





Ara ja , a poques hores de que s’obrin els col·legis electorals de Barcelona, es d’esperar que es calmin els nervis que progressivament s’han anat encomanant en la comtessa municipal.
Uns nervis que han contaminat altaveus mediàtics com els d’aquesta esquerra professionalitzada que governa, gairebé sense oposició, a Barcelona d’ençà l’adveniment del Règim del 78, i que en alguns casos han propiciat titulars i continguts a l’alçada de la pitjor premsa unionista, amb mètodes que ens son familiars de desqualificació, etiquetatge i tergiversació.
Si la candidatura de Barcelona És Capital entra amb força a l’Ajuntament de BCN sens dubte serà un èxit, en patir en carn pròpia els efectes de la manipulació informativa quant no del buit de tot el establishment de la partitocràcia catalana.
Intolerant, etnicista, xenòfob, ultra-lliberal: no fa gaire era l’electe president Torra qui patia la salva de benvinguda  de l’unionisme espanyol combinada amb el foc amic d’una esquerra catalana auto-definida com a tolerant, plural i oberta.
Una esquerra que en aquestes municipals, i sense cap recança, ha continuat amb els vells esquemes a l’hora de confeccionar les candidatures, enlloc de prendre nota i fer primàries obertes.
Una nova esquerra que dona la impressió que vol passar pàgina del 1 d’octubre i del mandat que se’n deriva, i que no li ve de gust caracteritzar Barcelona del que és, és a dir la capital d’un país ocupat, i que, per tant, renuncia a conquerir un a un tots els espais que l’Estat espanyol te a pany i forrellat i que malmeten les possibilitats de creixement  de la ciutat.
Així que el millor és descartar d’entrada pactes municipals entre forces polítiques independentistes i republicanes, no fos cas que algú o altre es molestés.
Denunciar aquest estat de coses sembla ser que ara està de moda entre la gent neo-lliberal, maleducada, masclista, quant no directament xenòfoba, i qui millor sinó aquesta nova esquerra sense complexes per denunciar-ho ?

Això, doncs, votem tots aquest diumenge amb la pinça al nas i renunciem al foc nou, al foc de gent que al maig del 68 no podia albirar d’entrar a l’ajuntament de BCN simplement per que no havia nascut encara.

sábado, 10 de febrero de 2018

Topkapi


Topkapi había nacido para convivir con los hombres. Tan sólo utilizaba sus alas para trasladarse a diferentes puntos de la ciudad, nunca para ausentarse de ella y del contacto humano.
Topkapi era un bello ejemplar de paloma. Sin embargo los barceloneses no distinguen una paloma de noble aúrea del resto.
Un colomet normal y corriente parecía ser Topkapi. Esta paloma caminaba como sus congéneres, adelantando la cabeza a cada paso. Tenía una ligera tonalidad verdosa en el cuello. Emitía el mismo ronco y monótono sonido que cualquier paloma. Volaba, comía, desalojaba, fornicaba, dormía y ninguna de estas actividades denotaba la preclara estirpe de Topkapi.
¿En qué se diferencia Topkapi de sus compañeras ?
A esta pregunta hubieran podido responder los habitantes de Barcelona si supieran apreciar la casta de una paloma. Si veían a alguna pasear solitaria por el Paseo de Gracia, no concedían la menor extrañeza a tal actitud. Si las palomas dejaban un franco pasillo cuando caminaban los hombres, éstos no podían entender porqué, a veces, una de ellas se quedaba parada justo delante de su camino, como si no tuviera miedo de ser pisada. Simplemente, ante el obstáculo los hombres variaban a tiempo la dirección de sus pasos, y un nuevo corrillo alado estaba a su servicio.
Éstos, y muchos otros detalles, hubieran servido a los barceloneses para distinguir tipos de paloma. Pero no podían hacer tal cosa. Los hombres caminaban, comían, desalojaban, fornicaban, dormían en la seguridad de que las palomas, y los animales en general, eran entes vivos sin ser propio. No se daban cuenta que, tras la vulgaridad diaria del comportamiento de las palomas, existían individuos de singular condición.
Topkapi era uno de ellos. Lo habían parido con el estigma de oro en la frente. Y sólo las palomas que ya tenían el haz de luz supieron que un nuevo elegido acababa de nacer. El estigma era invisible a los ojos de la numerosa plebe de palomas y a la poca elástica mente humana.
A Topkapi les gustaba más la compañía de las personas que la de sus hermanos. Su estigma le obligaba a ello. No podía alienarse de la sagrada misión de las palomas que han nacido con el rayo de sol en la cara: ser el mensajero de su especie. Topkapi y los otros sacerdotes procuraban comunicarse con los hombres. Era una tarea perdida de antemano, ingrata y difícil. Pero estos mensajeros seguían luchando por
la utopía. Sin la utopía en el horizonte, su vida se mezclaría con la de las demás palomas: la pura supervivencia.
Las mayores esperanzas de Topkapi estaban puestas en el señor Juan. Era un viejo linotipista que ejercía para una empresa periodística. De joven había sido reportero de las frivolidades de la sociedad acomodada. Era especialista en todos los temas del corazón, menos los médicos. Los años, y los jóvenes con cultura y carrera, fueron apartando al señor Juan de la primera línea. Pasó a las oficinas, al trabajo de despacho, y de allí a tipografía. Aprendió el oficio de linotipista. y así pudo seguir vinculado al viejo y querido periódico. Al señor Juan le faltaban ya pocos años para jubilarse.
Antes de trabajar en el turno de noche, el viejo se había acostumbrado a las tardes de la plaza de Cataluña. Muchas veces compraba grano para las palomas. Fue de esta manera como se conocieron Topkapi y el señor Juan.
Despreciando el alimento, la paloma se alzaba orgullosa delante del viejo. Pero era tanta la algarabía de las plumíferas glotonas que el señor Juan apenas reparaba en Topkapi.
Con paciencia de santo, la paloma mostraba, día a día, su faz resplandeciente al señor Juan. Tenía motivos, Topkapi, para fijarse en el linotipista. Era un esbozo de anciano, olvidado paulatinamente por los vivos. Las palomas se convertirían en las mejores amigas del señor Juan. El aúrea le iba penetrando en el alma cada vez que Topkapi se mostraba ufano y erguido entre las palomas. Algún día hablaría con el viejo.
Una calurosa mañana, nuestra paloma, alejada de las otras, paseaba por las aceras de Marqués del Duero. Las prisas de los transeúntes no la arredraban. El estigma la protegía. Pensaba en el linotipista. Quizá, por la tarde se perturbaría al fin ante la majestad y la indiferencia por el grano.
De repente, Topkapi, se encontró con un océano de personas. Eran los participantes del primer cros popular de la ciudad. El áurea servía para uno o varios humanos. Pero la multitud, refugiada en su densidad, despreció el estigma y le perdió el respeto y el miedo. No iba a desviar la recta dirección de la carrera por una paloma clavada en la acera.
Topkapi aprendió tarde la lección. En aquellos instantes no bastaba ni el estigma ni el sol en toda su potencia, ni nada. Intentó torpemente huir de la avalancha. Unas anónimas zapatillas destrozaron las patas de la paloma. Topkapi quedó tendido, esperando la muerte, a pies de veinte mil pares de furiosas suelas. Los roncos gritos de agonía fueron apagados por el rugir de la carrera.
Horas más tarde, los empleados de la limpieza desenterraban, del chorreante y tórrido asfalto, una aplanada estampa de plumas y polvo. Y, en la ennegrecida y mugrienta pintura resaltaban dos inexpresivos ojos pintados por acuarela de vidrio.
Topkapi volaba, comía, desalojaba, fornicaba, dormía y moría igual que todas las palomas.
Un hilillo de sangre había corrido, hasta fundirse, por una antigua 
vía de tranvías. La ciudad aceptaba a Topkapi. A partir de entonces, la paloma se integraba a Barcelona y contribuía a darle un nuevo perfil.
Por la tarde,el señor Juan estaba triste. No prestaba atención a las cabezas gachas de las palomas, recogiendo bulliciosas el alimento. El inconsciente echaba en falta el aúrea. Miraba el caminar rutinario y apresurado de los hombres, atravesando legiones de palomas. El viejo lloraba.
Vio, entonces, una paloma que mantenía la cara levantada. Los viandantes torcían el rumbo, al encontrarla, erguida y orgullosa, parada en la misma estrella de la Plaza. En su negro cuello no existía borla alguna de color.
Aquella tarde, el señor Juan y la paloma de cuello negro hablaron de los hombres y las palomas. El estigma no había fracasado. En el oscuro raíl, Topkapi tuvo el día más feliz de su vida. 


lunes, 8 de enero de 2018

Flight 714 to Vienna

70.000 manifestants pel 7 de desembre i 70 diputats independentistes pel 21 de desembre eren les xifres de l’article fet arran de la manifestació de Brussel·les. L’article d’Utrecht, de 7 dies després quan tot just s’obrien els col·legis pel 21 de desembre, suggeria fer una donació de 3 escons als Comuns, i deixar així la pilota a l’altra teulada per veure si qui assetja el país és el duc de Pòpoli, el militar francès que llançà tones i tones de metralla per damunt les muralles de Barcelona durant un any sencer, o bé si qui assetja és el duc de Berwick, qui, amb l’aval conquerit l’abril del 1707 a la batalla d’Almansa, agafà el 7 de juliol de 1714 el comandament i acabà per entrar a Barcelona tot estudiant el terreny i obrint 3 trinxeres d’acostament en ziga-zaga. No s’advertia però que ambdós ducs portaven idèntic segon cognom, en aquest cas Stuart.
¿Recordareu aquella samarreta blava de la foto que il·lustrava l’article de Brussel·les, que feia referència al còmic Vol 714 pour Sidney com un bon exemple de la inventiva catalana?
No quedà clar, però, si la fotografia de la nena rossa amb la camiseta blava estava presa a la place Royale brussel·lesa el 7 de desembre o bé el 7 de novembre a la plaça Sant Jaume, i per tant si la samarreta pogués estar estampada, no després de 300+3 anys, sinó de feia 3 anys, quan les referències tel·lúriques al cap de 300 anys de la Gran Desfeta condicionaren a marxes forçades tota la política catalana amb la consulta del 9N com a epicentre.
¿Per què no aprofitar doncs l’estada a Utrecht, a part de per conquerir una samarreta ajaccied de Johan Cruyff, i mirar de seguir fins a la capital austríaca on se signà el Tractat de Viena el 30 d’abril de 1725 per part de Felip V d’Espanya i de Carles VI del Sacre Imperi Romanogermànic, que havia sigut pels catalans Carles III d’Aragó, i que fou preàmbul de la fi diplomàtica de la Guerra de Successió Espanyola, ja que el mateix l’emperador Carles renunciava a totes les seves pretensions sobre el tron espanyol i reconeixia com a rei d’Espanya a Felip?
En negar-se, però, el rei espanyol a restablir les institucions i lleis pròpies dels regnes de la Corona d’Aragó, l’única gestió de l’ambaixador imperial austríac que donà resultat fou despenjar el cap del general austriacista Josep Moragues de la gàbia on romania des de 1715, al Portal de Mar barceloní.
Menys tètric tot plegat que el clima vienès d’aquests dies, encara que fred i mal assolellat, i que no s’adiu amb els encants de la ciutat, com ara el Palau de Hofburg amb les habitacions imperials o bé l’Òpera de Viena amb el grandiós auditori.

 
Pedra viva és la cripta d’Alserkirche, on hi ha enterrats exiliats hispànics d’origen noble o benestant i situada a l’església dels Trinitaris Descalços, pedra viva en explicar perquè han passat 300 anys per trobar la tomba del darrer ambaixador dels catalans davant la cort imperial vienesa, mort l’11 de desembre del 1714 arran d’una depressió greu després que els seus dos fills militars haguessin caigut en la defensa final de Barcelona.
Potser com a rescabalament, una sèrie de 14 tombes de la cripta fan de marcador a l’oblit i la irrellevància amb poques inscripcions ja visibles que no van més enllà d’un any 1722 igualment desaprofitat per la diplomàcia austríaca en el congrés de Cambrai, en la primera rèplica del cas dels catalans malgrat que el rei espanyol prohibia les cartes entre Catalunya i els territoris de l’Imperi, i que no es va collar Felip malgrat que havia fet la gran patinada violant l’encara calenta Pau d’Utrecht per voler conquerir els territoris italians de Carles sense el suport de França, circumstància que havia portat a partir de l’abril del 1719 la invasió del País Basc-Navarrès i Catalunya pel duc de Berwick en persona, amb l’amenaça de restablir les institucions i lleis abolides, i que el rei espanyol pogué aturar signant la Pau de La Haia del 17 de febrer de 1720.
Ja el 1713 es copsava el degoteig de catalans que iniciaven el seu periple a l’estranger després que el dia de Sant Josep i de camí cap a Viena abandonés Barcelona amb tota solemnitat la que mai va poder estimar més una altra nació que als catalans, l’emperadriu Elisabet Cristina. Molts militars, nobles i alts funcionaris acabaren també a Viena, encara que la majoria d’exiliats s’hagué de conformar amb Milà, Nàpols, Sicília, o Països Baixos espanyols, territoris en mans de l’emperador Carles però cobejats per Felip: una diàspora dels 30.000 que s’ho van poder permetre, malgrat que el sistema de pensions creat a corre-cuita per cobrir-la era del tot insuficient, i que no començà a afluixar l’allau fins al 1725 amb la signatura del Tractat de Viena, quan la repressió als regnes de la malaurada Corona d’Aragó començà a disminuir.
Així, Felip d’Anjou i Carles d’Habsburg havien segellat la pau diplomàtica del reconeixement del nou Statu quo hispànic a canvi de la restitució sobre el paper dels béns confiscats als perdedors i que Carles continués gaudint de per vida d’aquell títol de Carles d’Espanya i de les Índies que tants malentesos havia originat a la Junta de Braços de juliol de 1714, títol hispànic posteriorment ratificat a favor de l’Habsburg a la ciutat de Baden dies abans de la caiguda de Barcelona.
La signatura del Tractat de Viena anunciava també la propera fi del sistema de pensions destinades a sostenir els exiliats. Un grup d’ells, no se sap si el més confiat o el més desconfiat però a qui la historiografia espanyolista retola a l’engròs com a constitucionalista, retornà a Catalunya per trigar anys a recuperar el patrimoni.
A l’any següent de la Pau de Viena i com a conseqüència d’una altra crisi diplomàtica internacional, el cas dels catalans es tornà a tancar en fals per segona vegada en obligar a justificar al secretari d’Estat espanyol l’aversió forta pels catalans que sentia Felip, si més no comprensible en una època en què no existia la tecnologia per, en un corrent dia 3 de mes per exemple, enviar audiovisuals per donar-se el gust d’apuntar amb el dit índex 2.100.000 indiciaris de delictes tumultuaris de rebel·lió.
Però si Carles havia deixat a Felip escapolir-se a Cambrai, aquest no li tornà el favor el 1731 a Viena, on, en un segon Tractat, l’emperador austríac va haver de permetre que sis mil soldats espanyols li entressin fins a la cuina italiana, en reconèixer els drets del fill de Felip sobre Parma i la Toscana sense contrapartides aparents per una capital imperial que ja gaudia aleshores dels oficis del fill del duc de Berwick com ambaixador espanyol.
El 1733, però, el cas dels catalans torna a ressorgir amb una nova rèplica arran de la Guerra de Successió Polonesa, el mateix any que com una au de malastrugança el fill del duc volava de Viena a Nàpols.
Les expectatives dels exiliats austriacistes acabaren com sempre ben ràpid quan Felip, amb la lliçó ben apresa per aconseguir el suport militar de França, conqueria i controlava ja el 1734 els dominis italians de Carles, on hi eren refugiats els exiliats com Nàpols mateix, i a on el seu recent ambaixador espanyol passava a ser pròpiament duc de Berwick, això sí al preu d’una bala de canó polonesa que agermanava per sempre a la història el cap del pare amb el del general Moragues.
L’emperador Carles demanava la pau a francesos i espanyols, i n’eren signats els preliminars a Viena el 3 d’octubre de 1735. Però és el 1736 que es tanquen de facto els acords amb els espanyols el 15 d’abril a Ratisbona i amb els francesos el 28 d’agost, a Viena com no podia ser d’altra manera. Es reconeixia així el fill de Felip, l’infant Carles, com a rei de Sicília i de tot el sud d’Itàlia amb Nàpols al capdavant.
Ja l’11 d’agost de 1736, el nou rei de les Dues Sicílies farà gentilhome un altre vell nom conegut dels exiliats que no havien tingut a l’abast escapar-se, es tractava del duc de Pòpoli, de fet també era el fill, de qui no se sap si s’ajuntà amb l’altre parent llunyà de segon cognom Stuart, l’estrenat duc de Berwick, a les caloroses nits napolitanes per bescanviar les gestes barcelonines dels pares respectius.
Tot el lligat el 1736 es ratificà dos anys més tard a la nova Pau de Viena, un cop els soldats espanyols havien abandonat el ducat de Milà, sent també aquest 1738 l’any que el segon duc de Berwick traspassà i el fill hereu, el duc número 3, es casà per emparentar d’una tacada amb els Álvarez de Toledo, els Alba, els Olivares i els Estremera, els de la presó, tot un pelotazo si més no de l’època.
El registre vienès de l’Hospital dels Espanyols marca fidel el 1736 com l’any que es consignen, pràcticament, els darrers 3 traspassos de militars hispànics en el centre, l’últim del desembre en la persona del lleidatà capitán don Diego Pallarés. No és que d’aleshores deixessin de tenir malalties severes els militars austriacistes que encara restessin a Viena, sinó que es degué patir el desballestament d’aquella entitat hospitalària com per l’absència dels propis dirigents, metges i personal sanitari dels exiliats que l’havien costejada i atesa des de la seva fundació el 1716.


Així, potser el cas dels catalans s’escolà definitivament pel barroc Arc de Triomf de Carles VI construït a Belgrad el 1736, any en què sortien del port de Viena els darrers vaixells amb destí a l’antiga capital sèrbia i també Budapest arran d’un pla virtuós dissenyat per Carles a la tardor de 1734 quan, amb Milà, Nàpols i Sicília envaïts, cercava per si mateix un doble win win per convertir els exiliats pensionistes, fugitius o no, en colons incerts d’unes terres pantanoses al bell mig dels antics regnes de Vlad l’Empalador i del Gran Turc alhora que repoblava adientment aquells dominis per consolidar-los.
En aquest projecte si havien sumat cognoms il·lustres catalans de la darrera resistència, no se sap ben bé si per divorci civilitzat de la cort imperial, coaccions soterrades, venjances polítiques personals o una mixtura de pura desesperació i pèrdua de la realitat d’aquell racó de món al que es volgué anomenar Nova Barcelona, potser perquè encara reverberava aquella Barcelona de 1714 en què es malinterpretà una carta, que Carles havia enviat el 28 de març, que en realitat justificava la Pau d’Utrecht.
Així un segon exili, potser hom en diria deportació, se sumà a aquell primer en els majoritàriament catalans, d’edat avançada i amb vint anys d’exili a les cames, forçats a anar a aquelles zones empantanades.
El 1738 la pesta i els otomans en darrera instància posaven la cloenda de l’any 3 de la peripècia mentre es corroborava el Tractat de Viena número 3 amb els francoespanyols, esdeveniments ambdós substanciats del 1736 i planificats del 1734, i on s’obria l’avantsala del darrer i pitjor exili quan un cop creuada l’Ítaca de l’arc de triomf imperial ja només resta pels sobrevivents la dispersió definitiva del naufragi amb la desaparició dels valors de cohesió i solidaritat i unes ànsies de conquerir l’oblit i la irrellevància, combinades amb un sentiment de vergonya i derrota, que ben casaven amb els desitjos de la cort imperial com  n’ha donat fe durant 300 anys la tomba anònima del darrer ambaixador català, a la capital vienesa.
Si Carles ja treia conclusions el 1734, el propi devien fer els fugitius catalans de Nàpols i Sicília en arribar en primera instància a l’enclavament anglès de Gènova i copsar que només la Gran Bretanya disposava de la força necessària per reobrir el cas dels catalans. Així l’opuscle Via fora els adormits, publicat a Barcelona cap al desembre, simula ser una carta escrita a un tal Vallès pel secretari del plenipotenciari de la reina Anna d’Anglaterra que havia signat el Tractat de Gènova del 20 de juny del 1705 que incloïa el pacte amb el Principat de Catalunya: per tal d’influir en l’opinió pública britànica tot un exemple de la inventiva catalana.
Com ho fou també l’opuscle Record de l’aliança, datat el gener del 1736 amb peu d’impremta d’Oxford però molt possiblement imprès a Barcelona i atribuït a Rafael de Casanova, i que, l’any 22 de nostra esclavitud s’adreça al rei Jordi II d’Anglaterra per tornar a posar sobre la taula l’aliança pactada a Gènova el 1705.
Així doncs, el cas dels catalans, nascut a Londres el 1714, i que, a l’any següent, partí de la capital anglesa com el mateix Boeing 707 del còmic Vol 714 però no per fer la parada tècnica a l’antiga colònia holandesa de Jakarta sinó per fer un viatge directe a la Viena imperial, ja estava llest el 1736 per fer el camí de tornada. I ho feia també, la recurrent porta 3 de viatgers per on passaven Tintin i els seus amics, després de 3 Tractats de Viena, de 3 Paus, de 3 rèpliques austriacistes i de 3 exilis a quin pitjor.
Una estada, la del cas dels catalans a Viena, iniciada quan el foc d’encenalls de la protesta anglesa no pogué contenir la caiguda final de la Corona d’Aragó el juliol del 1715 i que, un cop més la porta 3, s’havia adobat amb les 3 renúncies de Carles a defensar els drets de catalans i mallorquins fetes a espatlles d’aquests últims, i materialitzades el 1714 en els mesos de setembre, al Tractat de Baden, i de març, al Tractat de Rastatt, ambdues datades en dia 7, i de l’any anterior amb el Conveni d’evacuació de Catalunya, on 14 disposicions que es concretaren posteriorment el 21 de juny del 1714 al Conveni de l’Hospitalet regulaven la retirada de les tropes austríaques, i que signà a Utrecht Carles VI un 14 de març de 1713 infaust i que fou l’autèntic desllorigador, 28 dies després, d’aquella incipient Pau holandesa signada per anglesos i francesos l’11 d’abril que mantingué l’statu quo europeu d’aleshores ençà.
Les Notas históricas desde el año 1715 hasta el 1736 ja devien intuir quelcom encara que la música que s’hi tocava, per part del destacat austriacista navarrès Juan Amor de Soria, era diferent de la de l’opuscle de l’any 22 de nostra esclavitud, ja que demanava per Espanya “nuevos instrumentos para una ordenación legalista y garantista de la convivencia”. Evidentment l’apparatchik historiogràfic espanyol ha maldat per investir el navarrès amb la samarra constitucionalista i potser amb raó, ja que, per ser-ho, l’austriacista hispànic en tingué prou a no bellugar-se de la cort Viena en la resta de la seva vida.
És, doncs, amb l’aval de Juan Amor, que del 1715 al 1736 són 21 els anys que s’emmirallen en els llacs de la Viena austriacista des del primer i el darrer cant de cigne del cas dels catalans. I d’aquests amb un període d’inflexió central 1725-1726, un cop signat el primer Tractat de Viena, de funesta pau diplomàtica per als exiliats, similar el 1708-1707 amb viles valencianes, aragoneses i catalanes caigudes com a fitxes de dominó després de la derrota d’Almansa, en una sèrie no de 21 sinó de 14 anys, que anà des de l’inici de la Guerra de la Successió el 1701 fins a l’acabament el 1715.
La samarreta blava, d’aquell Boeing 707 del Vol 714 amb sortida recurrent de viatgers per la porta 3, podria doncs haver-se estampat fa 3 anys pel significat del 1714, els 14 anys que durà la Guerra de Successió als Països Catalans i els 300 anys fins al 2014.
 Segur que el gos Milou, tot acostant-se en parsimònia al centre de la cort, en tindria prou amb els ulls clucs per saber si trepitjava els tapissos del Wien del Sacre Imperi Romanogermànic o els del Brussels del Sacre Imperi Franco-germànic, però el cert és que pels comuns dels mortals això és més difícil, d’ençà del 9 de gener del 2016, quan a l’últim minut i producte d’un win win inversemblant entre el cap del tradicional partit de la dreta el president de la Generalitat en funcions Artur Mas i els negociadors de la formació d’esquerra rupturista i anticapitalista CUP-Crida Constituent, el cas dels catalans s’instaurà mediàticament d’una sotragada en totes les cancelleries europees 280 anys després de 1736, en tenir Catalunya el compromís del seu nou 130 president en un full de ruta independentista que apuntava el 2017, al cor d’aquells 300+3 anys de la Gran Desfeta emblemàtica de la qual els més poderosos d’aquells estats n’eren còmplices i corresponsables.
I encara s’acostà més la situació a la de la Viena austriacista en creuar el president Carles Puigdemont la frontera belga el 30 d’octubre de 2017 per tal d’anar a l’aleshores capital de la cort, Brussel·les, després de declarar a Barcelona 3 dies abans, el 27 d’octubre, la República catalana 300+3 anys després que de facto ho fos el 9 de juliol de 1714 per 33 vots de diferència a favor de la resistència mentre les tropes austríaques abandonaven el país en vaixells el mateix dia, per refugiar-se com si d’un sarcasme es tractés en els braços d’aquella Gènova on 9 anys abans s’havia pactat no deixar indefens el Principat del poder de les urpes borbòniques.
Les febleses actuals del cas dels catalans prou que les coneixem, però ara fóra bo de fer 3 reflexions a partir de les fortaleses que hi ha respecte al passat del cas dels catalans.
La primera reflexió és, si la cort europea d’aleshores trigà 21 anys a esmicolar per la història els 30.000 exiliats de la diàspora, ¿quants en necessitarà ara la Realpolitik en fer el mateix amb aquella mostra resilient de 70.000 catalans que es pogué permetre anar a la capital europea el 7 de desembre del 2017, descendent directe en la persistència d’aquells 30.000 exiliats austriacistes, poca cosa fins que no es multiplica per 70, xifra dels escons independentistes, i arribar per tant a 2.100.000, xifra gairebé dels electors voluntaristes que el 21 de desembre, 14 dies després de Brussel·les, votaren per dir a l’opinió pública de tota Europa que la sobirania de la més vella de les seves nacions parlamentàries no residia en cap tomba perduda de l’Alserkirche?
Qui més s’ha cregut que aquestes eleccions eren il·legítimes han estat els mateixos electors que han votat independentisme per fer-ho a qui ha garantit que el seu vot serviria per restituir el president legítim.
La conclusió primera seria que si alguna cosa es desprèn del cas dels catalans és que el martirologi del país és prou farcit per a voler afegir més candidats; és a dir que no s’ha votat al president legítim perquè el posin entre les reixes del Berwick-Estremera, ni que sigui una hora. Ara cal blindar el president de la República a l’exili temporal de la cort de Brussel·les fins al dia que hi hagi garanties creïbles per a la tornada.
La segona reflexió té a veure amb el fet d’adonar-se que aquesta Barcelona és ben fortificada per resistir el setge, i en disposició de tornar a tenir cobertes les institucions a banda i banda de la plaça Sant Jaume. Amb gent combativa i sobretot organitzada, i tan animosa com els habitants d’aquella Barcelona del 9 de juliol de 1714, quan el Braç de la Noblesa fou lleial al Braç de les Ciutats al votar resistència, malgrat que la ciutat ja estava condemnada per l’abandó dels vint mil soldats de les tropes austríaques.
Per tant, la conclusió és que, disposant d’agenda pròpia, no hi ha cap necessitat d’entrar en el joc de les provocacions dels assetjants, i per tant poder decidir col·lectivament quan i com sortir fora de les muralles.
La tercera reflexió comença en donar un cop d’ull a allò que significaren per Catalunya les respectives Paus d’Utrecht, La Haia i les de Viena de 1725 i 1738, i veure que hi ha una majoria del poble català ja vacunat respecte als discursos falsos de la pau i els seus derivats quan es parla de diàleg, fraternitat, moderació, igualtat, terceres vies i sobiranies compartides dins un estat europeu que competeix amb Turquia pels esglaons democràtics més baixos dels drets humans.
La tercera conclusió és que cal incorporar els Comuns en un projecte parlamentari que implementi un procés constituent de participació ciutadana.
Avui 7 de gener, conclou el viatge iniciat el 7 de desembre en autocar i de bona matinada, com a l’assalt final de Barcelona, que portà tota una colla de camí a Brussel·les.
Així que desitjós de bescanviar els 7 graus de Viena pels 14 de Barcelona, guardo amb cura a la maleta els pocs records que s’hi afegeixen, el més valuós una samarreta de l’Ajax d’Amsterdam amb el número 14 de Johan Cruyff que comprarem el dia 21 de desembre en ensopegar-hi al duty free d’Schiphol camí de Viena, mirant de no embrutar-la amb la xocolata d’uns bombons, 7 venien en el pack per ser exactes, que ens compràrem ahir dia de reis en una cafeteria Sacher tots embolicats amb paperets de coloraines amb lletres que formen noms de muntanyes com Alpen, Massif central o Apennin i que costen un ull de la cara.
La samarreta de Cruyff ve a tall d’un fil de Twitter que m’envià un amable lector el mateix 28 de desembre en què sortia dels molls de Barcelona i Tarragona la santa broma dels vaixells Piolín, com innocentada fou 300+3 anys abans quan ho feren dels mateixos molls els vaixells carregats de soldats austríacs de camí cap a Gènova.
Fa adonar amb les seves piulades l’amable lector, amb nickname de conill, que després del 0 a 3 del Barça al Madrid, els blaugrana tanquen l’any 17 a 14 punts dels blancs.
Certament l’acudit d’aquest 17-14 peculiar no ha estat excessiu, fins que el fil de l’amable lector ha afegit que quan marcà el Girona al Madrid el gol del 2-1 sabé que el 21D Puigdemont se’n sortiria amb nota; de dues coses que s’hi podrien dir, una d’elles és que el nostre seguidor amb tota probabilitat o és de Girona o de les contrades.
És cert que el 0 a 3 del Barça té una reverberació al 0 a 5 del 1974, any de clarobscurs però definitivament tètric, potser millor comentar-ho una altra vegada i pensar ara en el que li han portat els reis al Barça, aquest brasiler Philippe Coutinho, que diuen portarà a les espatlles o el 14 d’El Jefecito o el 7 del Gran Turc, com si no hi haguessin més números per portar.
Juntament amb la samarreta de Cruyff hi ha hagut una altra troballa en aquest viatge, un còmic de Tintin que algú es deixà just a sobre el meu cap adormit, en el prestatge d’un compartiment del tren exprés de nit Brussels-Utrecht.
No hi hauria res a dir si no fos que és un exemplar nou amb peu de portada que diu que se n’han imprès 3300, a més en un dialecte del francès sembla que parlat per la banda de Poitiers i que es deixa entendre la mar de bé, i que l’àlbum porta per títol Les 7 boules de cristau, que a més d’un li sonaran aquelles boles que llançava la mòmia inca per maleir les seves víctimes. Per cert, Les 7 boles i el Vol 714 són els únics de la sèrie Tintin amb números al títol.
A hores d’ara, no sé si per empatx de 7 o per anar ingerint bombons un darrere l’altre, una certa basca m’agafa. De fet ja fa dies que m’he adonat que 1715, data de la caiguda final de la Corona d’Aragó i d’acabament de la Guerra de Successió, i 1736, data dels acords darrers de pau d’una Viena d’on alhora sortien vaixells carregats d’exiliats, són ben bé tant l’un com l’altre dos anys candidats ferms a múltiple de 7, i en definitiva a dues de les 7 boles de la maledicció.
El cert és que ja només queda un bombó i, com de fet tota la colla era més ben aviat esquifida, ara sap greu ignorar-lo encara que sempre hi ha aquella llumeta que adverteix, i que acostuma a arribar un xic després que la xocolata alliberada amenaci en regalimar pels dits si no es menja.
Massa tard tot plegat, ja que, al voler apartar de la llaminadura exigent el paper de colorets per sempre més, les lletres d’aquest, en un rictus fatal, han desvetllat aquell nom que mora en algun racó de l’ànima, Pyrenäen.
No hi ha hagut cap fatalisme al cridar l’app del mòbil que es fa dir Calculadora, com tampoc n’hi ha hagut al trucar abans pel telèfon intern a la recepció de l’hotel per preguntar en un to monòton si es podia anul·lar el bitllet d’avió Wien-Barcelona.
Quan recepció ha tornat la trucada després, per indicar si es podia fer un canvi per un Wien-Munster Osnabrück amb parada tècnica a München, ja devia fer 14 minuts que Calculadora reposava dins una mà freda i retornava un número sencer, què més donava quin, quan m’havia decidit a relacionar-li 1659 amb el solitari ordinal que precedia les boles de cristall, mentre encara lluitava la gola per expulsar-se les darreres restes del Pyrenäen, que havia fet la tercera bola maleïda quan, atabalat, regirava el fons de la maleta per rearmar les Paus d’aquest viatge, un atrotinat Flight 714 to Sidney i un impol·lut Les 7 boules de cristau, en un entreson fins que aquest fill d’antiga colònia portuguesa es pengi la samarreta del 7, o del 14, perquè amb un Philippe VII jugant a favor seriem imbatibles.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Vlucht 714 naar Utrecht


70.000 manifestants a Brusel·les, aquesta és la xifra per la que vam apostar a l'article d'ara fa 7 dies respecte la manisfestació groga del passat 7 de setembre.


¿Recordareu aquella samarreta blava que apareixia a la foto que il·lustrava aquell article també, com aquest,  de volgudes 1400 paraules, i que feia referència al còmic Vol 714 pour Sidney, com un bon exemple de la inventiva catalana?, encara que no quedà clar  si la fotografia de la nena rossa amb la camiseta blava estava presa a la Place Royale brussel·lesa el 7 de desembre, o bé el 7 de novembre i a la plaça Sant Jaume. 

Dit d'altra manera, si la referència era en realitat al Vol 714 a Sidney ja que el missatge no seria adreçat al públic francòfon d’ara sinó al poble català d’ara fa 3 anys, ¿per què no aprofitar l'estada a la capital belga per resseguir fins la ciutat holandesa  on es signà el Tractat d'Utrecht per part de la Corona de Castella,el Regne de França i el Regne d'Anglaterra, i que fou preàmbul  de la independència dels Països Baixos i de la dependència dels Països Catalans a urpes borbòniques com  les del Duc de Pòpoli, el militar francès que llançà tones i tones de metralla per damunt les muralles de Barcelona durant un any sencer?








Utrecht, una de les fundadores de la república de les 7 Provïncies Unïdes amb la signatura del Tractat el 1713, i amb un temps d’allo més semblant al de Brus·seles,  fred i mal assolellat, i que no s’ha adit amb els encants de la ciutat, com ara la Torre de la catedral Dom, de més cent  metres d'alçada, o el canal d’Oudegracht, que creua el centre històric i està sempre  animat amb unes ribes on s'hi troben desenes de bars i llogarets interessants.

Per les hores de dinar ens ha funcionat molt bé una aplicació per mòbil anomenada Foodora, que es útil per descobrir restaurants locals o bé encarregar àpats que et reparteixen amb bicicletes gens estridents ni estressades.

Es obligatori anar al Stadhuisplein si vols seguir la ruta del Tractat, on es  troba una placa a la paret de l'antic edifici de l'Ajuntament que recorda aquest fet.

Utrecht va ser escollit perquè els conductors d’aquella Pau, tant francesos com britànics, que pensaren que podrien tenir certa influència sobre la ciutat encara que aquesta mantingué la seva neutralitat.
Respecte el Tractat en sí, el rei Felip V es va veure obligat a lliurar Gibraltar i Menorca a Gran Bretanya; Sicília i Milà a França; i Nàpols, Sardenya i els antics 'països baixos espanyols' a l'imperi austro-hongarés. 
La torna a favor de Felip V va ésser que les tropes austríaques es comprometien a evacuar Catalunya, amb conseqüències prou conegudes que tingueren la cloenda un any més tard amb la caiguda de Barcelona el setembre de 1714 i finalment Mallorca, Eivissa i Formentera, que van caure al  juliol de 1715.
Això suposà que el perdedor del Tractat d'Utrecht, Felip V, va ser el guanyador de la Guerra de Successió a Catalunya: en conseqüència, els catalans van ser castigats pel que el nou rei  volia considerar com a  traición la defensa dels drets, de la llengua i de les tradicions del Principat. En podríem anomenar la ‘venjança del perdedor’, de la que tants exemples en tenim com ara la partició de Catalunya pel Tractat del Pirineus, el fraudulent judici i posterior execució del Salvador Puig Antich i un llarg etcètera que arriba fins els nostres dies i que es regeix sota el patró de la humillación i l’aniquilament.

 


Tornant altre cop a la samarreta del Vol 714 a Sidney, si era adreçat al poble català ara fa 3 anys quan les referències tel·lúriques al cap de 300 anys de la caiguda de Barcelona  condicionaren a marxes forçades tota la política catalana amb la consulta del 9N com a epicentre, ja  ens adonem que a la primera pàgina del còmic Tintin i els seus amics són dipositats a l’aeroport de l'antiga colònia holandesa de Yakarta, en escala del Boeing 707 del vol 714 de Londres a Sidney, i on estan a punt per embarcar per la porta 3.
Però tot se'n va en orris en acceptar una invitació per anar en un jet privat i, després de tota la peripècia, Tintin i els seus amics tornaran a embarcar  a l’aeroport de Yakarta, en escala d'un altre Boeing 707, d'un altre vol 714 de Londres a Sidney i un altre cop per la porta 3.
Certament la batalla d'Almansa el 1707  i la caiguda de Barcelona el 1714 son juntament amb el Tractat d'Utrecht de 1713 els 3 fets més decisius de la dita Guerra de Successió.
I més concretament de la Guerra de Succesió a Catalunya, que arranca el 1701 amb la promulgació per part del el Borbó Felip d’Anjou,  ara convertit  en Felip V de Castella, del primer Decret de Nova Planta. Amb aquest decret Felip V, un obsés sexual patològic que martiritzà les nits de la seva primera i segona esposa, volia implantar el règim absolutista a la Monarquia d'Espanya. 
Igualment el 1701 Felip V jura de les Constitucions catalanes per ser reconegut com a Comte de Barcelona.
El partit austriacista català que dona suport a l'arxiduc Carles, conegut posteriorment per Carles III d'Aragó, com a pretendent al tron de la Monarquia Hispànica, el qual prometia respectar les Constitucions de Catalunya,  prendrà ràpidament volada fins a fer-se del tot majoritari al Principat el 1705.
Els anglesos, holandesos  i tropes austriacistes havien conquerit Gibraltar el 1704, Mallorca el 1706 i Menorca el 1708; però el punt d'inflexió, arribà el 1707 amb la derrota d'Almansa i que portà associats la derogació dels Furs del Regne de València i del Regne d'Aragó.
A partir del 1711 es produeix l'abandó progressiu de les forçes aliades de la causa catalana., així el 27 de setembre de 1711 Carles abandonava Barcelona per ser coronat emperador esdevenint l'emperador Carles VI del Sacre Imperi Romanogermànic   deixant a la seva esposa Elisabet Cristina, que any i mig més tard també  abandona Barcelona tot  confessant que ‘mai va poder estimar cap altra nació com els catalans’.
Fins arribar al juliol de 1713, moment en què les tropes imperials evaqüen definitivament de Catalunya, i on la Junta de Braços del Principat acorda defensar amb les armes les
Constitucions de Catalunya, proclamant de facto la República catalana.
La situació militar ja era desesperada, però el que la va comdenar definitivament va ser al març de 1714 quan Carles VI del Sacre Imperi s'incorporava a la Pau d’Utrecht, i escrivia una carta als governants catalans  que aquests van interpretar malament per entendre que Carles havia estat reconegut com a rei d'Espanya, encara que en realitat l'emperador només havia retingut el títol nominalment.
El cert era que el duc de Berwick, que es va incorporar al setge de Barcelona al juliol de 1714, per substituir al maldestre duc de Pòpuli,  havia rebut unes instruccions taxatives per part de Felip V sobre el duríssim tracte que s'havia de dispensar a aquell poble que ‘presentava les més vives sol·licitacions a totes les corts estrangeres’.
Berwick decidí centrar els esforços en els llocs per on era millor atacar a causa del mal estat de les muralles i la facilitat d'excavar a causa de la poca consistència del terreny.
Així inicià l'excavació de la primera paral·lela fins acabar la trinxera en una sola nit, significant  el començament del vertader setge contra la ciutat,
Aviat se succeí l'excavació de la segona paral·lela, i finalment s'obrí la tercera i última paral·lela, a pocs metres de la muralla.
El 12 de setembre de 1714, el duc de Berwick accedia a atorgar capitulacions a la ciutat, ja que les autoritats catalanes n’exigien la signatura al  negar-se a una rendició incondicional.
Per por a contradir a Felip V, Berwick no les va signar però donà la seva paraula d'honor que serien respectades. No ho foren, com tampoc ho foren les capitulacions del Regne de Mallorca del  juliol de 1715
I així acabà el que Felip V anomenà la 'Guerra dels Catalans’, els francesos la ‘Rebel·lió dels Catalans’ i els anglesos la ‘Causa dels Catalans’, causa que des d’un punt de vista formal es perllongà, a la Viena dels austriacistes catalans emigrats, encara en els temps d’un opuscle atribuït a Rafael Casanova  que recordava al rei anglés l’aliança pactada a Génova el 1705 entre el Principat de Catalunya i el Regne d'Anglaterra, i que va ser  publicat amb peu d’impremta d’Oxford possiblement fals al gener de 1736, el ‘22è any de la nostra esclavitud’, arran de la Guerra de Successió Polonesa.
Una Guerra dels Catalans que durà els 14 anys que van del 1701 al 1715, i que inflexiona a la meitat d’aquest període en favor de la Monarquia Espanyola.



Certament la samarreta blava del Vol 714 de la recurrent sortida per la porta 3, semblaria lligar bé amb el 1714, els 14 anys que durà la Guerra de Successió als Països Catalans i els 300 anys fins el 2014, possible data d’estampació de la camiseta.

I si ara volguessim jugar al 3 i als seus múltiples, hauriem de tenir present 3 dates amb el dia 27.
El 27 de juny del 2010 es la data de l’acord dels jutges del Tribunal Constitucional  en la formalment sentència contra l’Estatut català, en la pràctica autèntic cop d’estat al Règim espanyol i autèntica humillación que havia començat el ribot d’Alfonso Guerra i havia continuat el PP amb la seva recollida de firmes.
Data que tingué cumplida resposta per part catalana en les eleccions del dia 27 de setembre del 2015, d’on en sorti per primera vegada una majoria parlamentaria independentista.
I així fins el  27 d’octubre d’aquest any, data de la proclamació de la República catalana i de la tornnada a posar de la questió dels catalans a les corts europees d’ença el 1736.
I la pregunta a fer-se, a dia d’avui, es si ens trobem, o no, en un altre cicle curt ‘virtuós’ per part dels catalans, de fet el del 1714 no ha estat l`únic, i si aquests 27 ens son útils per no prendre decisions precipitades i errònies com les que pogueren tenir els governants de Catalunya i de la causa austriacista.
Hi hauria de fet un cicle de clar signe refrendari amb 3 dates assenyalades la primera de les quals començà amb la consulta participativa del dia 09 del mes 11 del 2014 , reversible si l’enmirallésim  respecte el dia 11 del mes 09 del 2014, al 300 aniversari de la caiguda de Barcelona.
Com directament capicua ha estat el dia 01 del mes 10 d’aquest any, data del Referèndum.
I ara cal preguntar-se pel dia d’avui 21 del mes 12 , xifra tan reversible com ho es el  perill d’involució que hi ha al darrera de la carta electoral que si amaga.
Més d’un s’en haurà adonat que la data d’inici de la Guerra de Successió, 1701, i la d’acabament, 1715, son múltiples de 7, com de fet també ho son 707 i 714.
I si en lloc de jugar als múltiples de 3, juguem als múltiples de 7, o, fins hi tot millor, combinem tots dos no ens surt altre número que el 21.
Certament tot això son jocs, darrera els quals, però, hi han venjances de perdedors, humiliacions, incompliments del pactat, expolis, que es perpetuen en el temps, segle darrera segle.
Com que abans d’anar a Brusel·les tinguérem la precaució d’anar a votar per correu, anem ara camí de Viena per resseguir el Vol 714 i fer-ne crònica d’aquí 7 dies.
Caldria superar avui l’escull d’una involució política que resta amenaçant entre bastidors i que no s’amaga de mostrar la bota militar per sota les cortines. La conclusió es fa evident, cal arribar tant si com no als 70 diputats.
Encara que potser convindria regalar-ne 3 als Comuns i deixar la pilota a l’altre teulada, doncs la pregunta de fons es si ens assetja el duc de Berwick o ens assetja el duc de Pòpuli.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Vol 714 pour Brussels




Quaranta-cinc mil manifestants, aquesta és el nombre que va donar la policia de Brussel·les de la manifestació groga del 7 de desembre, sense precisar quants catalans “dolents” podíem estar en aquest paquet. Però ara que és 14 i ja estem tots de tornada, de ben segur que anirem esvaint dubtes.
¿No caldria que fóssim més ambiciosos per construir el nostre relat i prenguéssim exemple d’aquells Cent Mil Fills “bons” de Sant Lluís que van passar tots d’una tacada als llibres d’història, quan França els va enviar a Espanya en defensa de l’Antic Règim, sense que el Contrastant d’aleshores qüestionés quants Fills podien cabre en cadascuna de les rajoles del perímetre de la Real Cerca del Madrid borbònic?
Per què no doncs 70.000?, la xifra dels que vam protagonitzar la més històrica i massiva manifestació al cor d’Europa.
I en tot cas ja ens guardarem prou de no caure en la Síndrome de Woodstock i que hagués d’arribar el dia que catalans de tots pelatges confesséssim, en la intimitat o no, que també van ser-hi en aquell dia fred i mal assolellat, i que hagués de ser la pròpia gendarmeria belga qui desvelés que 7.000.000 no hi podien cabre en els carrers i places brussel·lesos, per moltes torres humanes que hi aixequéssim.
Si parlem ara de samarretes, sens dubte la blava, que apareix a la foto que il·lustra aquest article de 1400 paraules i que fa referència al còmic Vol 714 pour Sidney, és un bon exemple de la inventiva catalana, doncs no hi ha cap constància que aterrés la setmana passada cap vol 714 provinent de Barcelona ni d’enlloc als aeroports belgues de Charleroi i Zaventem.

El desig d’aclarir tot plegat seria una bona excusa per recercar un vell i atrotinat Vuelo 714 para Sidney que pogués descansar a les nostres estanteries: justificable en dies en què es fa molt difícil fugir de la caverna mediàtica i de tota la massa comunicativa que acata el Cent Cinquanta-Cinc, a l’espera de poder dipositar el vot salvífic en urnas de verdad d’arestes que ens punxen somnis on votàvem en caixes de cartró i en tàpers.
I de fet ja a la primera pàgina del còmic, diposita Tintin, Milou, Haddock i Tornassol a l’aeroport de Yakarta, a l’illa de Java, en escala del Boeing 707 del vol 714 de Londres a Sidney.
Londres i Sidney: dues ciutats que representen la recerca en la superació de la dialèctica metròpoli versus colònia, en allò que garantís els vincles comuns i els drets a la llibertat i que es digué Commonwealth.
Sidney i Barcelona: dues ciutats marítimes i cosmopolites agermanades per Jocs Olímpics on l’una s’emmirallà en l’altra.
Sidney, que acull una puixant i dinàmica comunitat catalana que, diguem-ho, s’ha queixat que l’ambaixada espanyola no els deixa votar pel 21 de desembre —no hi ha cap procés electoral obert a Catalunya, diuen.
Yakarta és la capital d’Indonèsia, un país insular de més de disset mil illes, tres-centes ètnies i tres-centes llengües, que ocupà les portades dels diaris de tot el món arran del procés d’autodeterminació de la part est de l’illa del Timor quan els soldats de l’ONU intervingueren per aturar la massacre que les milícies indonèsies infligien a aquests habitants del Timor Oriental, perquè havien votat massivament per la independència en un referèndum pactat entre Portugal i la mateixa Indonèsia.
Respecte als personatges del còmic, hi tenim l’enemic secular de Tintin i que ara, ves per on, el vol empresonar en un illot solitari: es tracta del Marqués de Rastapopoulos, que, com els populars del Partit Popular, no té res contra les rastes sempre que qui les porti les tingui netes i sense polls.
També hi tenim la comuna guerrilla comunista, que col·labora de facto amb Rastapopoulos per encerclar Tintin encara que no queda gaire clar si ho fa per ingenuïtat o per treure’n profit.
Hi ha el multimilionari Laszlo Carreidas, i el seu barret Bross & Clackwell que anirà patint tota mena d’inclemències fins a quedar fet un nyap tan irreconeixible com ho és ara l’antiga Convergència respecte a la Llista del President.
Un Carreidas a qui l’amoïna més el barret, "fabricat abans de la guerra", que el seu jet privat, al qual convidarà a pujar-hi a Tintin i als seus amics per tal de fer junts el trajecte entre Yakarta a Sidney, i que serà segrestat en ple vol i obligat a aterrar d’emergència a l’illot de Rastapopoulos.
Un trajecte i aterratge, el del Jet Carreidas 160, que no tindrà res a envejar a anar a lloms del Cent Seixanta de la Constitució en el viatge de la llei a la llei pel Dret a Decidir.
A la meitat del còmic, Tintin és teledirigit per un personatge d’origen eslau que l’ajudarà a escapolir-se de l’escomesa de Rastapopoulos i els guerrillers ingenus. Així, Tintin farà de guia dels seus amics fins a arribar a una cova gegantina amagada per la vegetació. Dins hi trobaran un ídol misteriós que en realitat fa de porta oculta i sota la qual Carreidas perdrà definitivament el barret.

 Finalment, i per les pròpies contraccions de l’illot volcànic on es troben presoners, l’illa acaba deixant anar tota la corrupció galopant i tota la prima de risc desfermada en forma de lava acumulada, que acabarà per fer-la explotar sencera fins a ser engolida per l’oceà, tot just moments després que un ovni salvés els nostres herois i el telèpata eslau, però no els porta a l’espai sideral com profetitzà un reputat ministre ara sense feina, sinó que els deixa sans i estalvis en un bot, al preu, això sí, de ser abduïts i no recordar res del succeït, tal com augurava fins no fa gaire cert reputat jutge que en pau descansi.
Amb una escena final d’un cert to processístic, Tintin i els seus companys, Laszlo Carreidas inclòs, acaben embarcant en un vol, número 714, a Sidney.
Però quelcom ha canviat: Milou confessa als lectors que s’ha lliurat d’estar abduït i una gorra clàssica anglesa d’estil Stetson o Kangol oneja ara en el cap de Carreidas.
Ja circulaven relats orals de cert emboirament de Puigdemont, bastant abans i tot d’octubre, encara que tot aflorà en convocar aquell primer ple del Parlament massa dies després del democratic mandate assolit al Referèndum, quan el gironí retardà una hora l’inici de la sessió per invocar paraules vessades a darrera hora pel president del Consell d’Europa, el polonès Donald Tusk, i deixar en suspensió la República declarada.

I quan arribà el segon ple, a finals d’octubre, Puigdemont varia d’opinió dos cops i anà de minuts que no convoqués eleccions en lloc de proclamar la República; i tot seguit una altra piulada del president polonès del Consell d’Europa i finalment una República catalana que ni abaixa la bandera espanyola ni s’inscriu en el Diari Oficial de la Generalitat. No és estrany que el periodista polític Ernesto Ekaizer veiés Puigdemont com “una fulla enmig d’una tempesta”.
Fins travessar la porta del ídol amb el “Bon dia“ al instagram del president, amb una foto del Pati dels Tarongers mentre Puigdemont creua la frontera espanyola en direcció a la capital d’Europa, jugant definitivament una carta tintinesca que fins avui s’ha mostrat exitosa.
Si la fotografia de la nena rossa amb la samarreta blava no estigués presa a la Place Royale i no fos del 7 de desembre, sinó del 7 de novembre i a la plaça Sant Jaume es podria especular si amb 7 dies d’ençà que Puigdemont travessà la frontera belga n’hi havia prou per dissenyar aquestes camisetes.
Hi hauria una teòrica alternativa respecte a la gènesi de la samarreta del vol 714, i és que aquesta no veié la llum ara sinó fa tres anys, quan les referències tel·lúriques al cap de tres-cents anys de la caiguda de Barcelona condicionaren a marxes forçades tota la política catalana i la inestabilitat i la confusió creixien, a mesura que la consulta del president Artur Mas s’acostava.
Això voldria dir que la línia d’enmig de l’estelada de la camiseta blava no faria referència al Vol 714 pour Sidney sinó al Vol 714 a Sidney, ja que el missatge no seria adreçat al públic francòfon sinó al poble català.
Així, doncs, per què no un altre article pel dijous 21 que bescanviés el Marqués de Rastapopoulos pel Duc de Pòpoli, el militar francès que llançà tones i tones de metralla per damunt les muralles de Barcelona durant un any sencer?
Sense més pretensió que defugir d’un altre bombardeig immisericorde: el del rasta-popularisme d’aquests dies a la nostra ciutat dissortada, amb tones i tones de rètols de la Dama de Cors, el Rei de Bastos i el Queen Joker.
Les darreres vinyetes del Vol 714 pour Sidney es publicaren a Le Journal de Tintin el 1967,  a 7 anys que un dictador decrèpit fes pagar a Puig Antich la mort de Carrero Blanco.
Caldria superar l’escull d’una involució política que resta amenaçant entre bastidors i que no s’amaga de mostrar la bota militar per sota les cortines. La conclusió es fa evident, cal arribar tant si com no als 70 diputats.



Versió reduïda d'aquest article a l'Unilateral